Este capítulo tiene dos momentos emocionantisimos en la historia del deporte y como no quería dejar ninguno de los dos fuera y me parecia excesivo meter los dos en entre los diez, los he juntado porque los dos fueron muy especiales.
El primero ocurrió en los juegos olímpicos de Berlín en 1936 bajo la dictadura de Hitler que ya predicaba el dominio de la raza aria por encima de las demás, planeando dentro de sí lo que luego llamarían 2ª Guerra Mundial. Hitler pretendía que los juegos fueran una demostración de sus creencias pero un hombre, solo un hombre le demostró que lo de la raza única y superior eran imaginaciones suyas. Un hombre de color en la alemania nazi y frente a uno de los dictadores más racistas de la historia ganó no una ni dos, sino cuatro medallas de oro en atletismo, el deporte rey de los juegos. Hitler abandonó su flamante estadio para no tener que aplaudir al nuevo fenómeno. Los logros de este atleta que puso patas arriba a todo el mundo en aquel verano de 1936. Este atleta se llamaba James Cleveland, aunque todo el mundo le conoce como Jesee, Jesee Owens. Ganó en 100 metros lisos, 200 metros lisos, Salto de longitud y 4x100 metros. No solo ganó las cuatro pruebas sino que también consiguió 4 nuevas plusmarcas mundiales. Un momento histórico que no podía dejar de mencionar.
Pero parace que pese a los logros de personajes de color, tanto politica, deportiva y socialmente, no lograban ser aceptados totalmente por la sociedad. Tanto es así que 32 años después ocurrió algo que volvió a conmocionar al mundo, el deporte volvió a ser utilizado como mejor elemento propagandistico y que mejor momento que unos Juegos Olímpicos, la cita deportiva de más seguimiento en todo el mundo (y no solo deportiva). Los utilizaron para que se reconocieran en todo el mundo, para que se vieran que eran personas igual que el resto y que el color de la piel no es un impedimento para realizar cualquier actividad en la vida. Esto lo volvieron a mostrar al mundo Tommy Smith y John Carlos, Oro y bronce en la disciplina de los 200 metros lisos de los Juegos Olímpicos de Mexico 1968. Las medallas no eran nada nuevo para nadie, y no hubiera pasado a la historia sino llega a ser por el gesto en el podio de los dos atletas con la cabeza agachada y con el puño en alto con un guante negro. Reivindicando sus derechos.
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